26.11.09

Travesía Urbana (el título de una canción de Barón Rojo)

Un día llegará el momento en que te prometan una excursión brutal a una ciudad bonita a ver una película de cine independiente. Eso llama la atención...pero llegará el día de la excursión.
Tal vez los buses no lleguen y tengas que ver una película mierdosa en cualquier sala del edificio donde te encuentres y, tal ves, te hagan creer que después de dicha película deberás volver a la rutina ese día de prometida juerga.
Tal vez acabe esa película mierdosa con un final patético acorde con el resto del largometraje.
Luego puede ser que llegue el transporte prometido y retrasado, pero que sea menos gente la que vaya a la excursión.
Sí....
En el viaje de ida sentirás náuseas, no por nada, salvo por la fiesta que se fraguaba detrás de ti y la conversación patética, absurda y totalmente friki que se cocinaba delante, con la única escapatoria de mirar por la ventana o al techo. Tal vez en ese viaje acabes medio loco.
Llegarás a un hermoso lugar en el culo del mundo donde se celebra un festival de cine, y la película ya habrá empezado, tal vez...
La película será alomejor un poco mejor que la anterior película vista ese día.
Volverás en el automóvil con el mismo panorama que en la ida y tendrás que correr para llegar a tiempo al hogar añorado....
Cuando te suceda algo así tal vez te replantees tu vida y decidas que la vida puede ser maravillosa fuera de un autobús de locura.
Si señor.
La vida es preciosa cuando no estás encerrados con calientes y frikis.
Recordad, amigos vivir el momento.

Esta entrada está patrocinada por Alimerka.

10.11.09

Estupidez, no se llama humanidad, se llama estupidez.

Llevo seis horas mirando al cielo.
LLegó la noche, pero ahora veo el cielo, veo la hierba bajo mis manos, veo la hormiga aplastada y a su alrededor la hueya de un oso, nada de eso lo vi antes, pero ahora sí.
Aunque hay una cosa que veo más que nada, que me fascina, me atrae, me seduce. La Luna.
Su resplandor misterioso da luz a la tierra. Las estrellas que ahora yo veo posiblemente no existan ya, pero me iluminan igualmente.

Veo todo esto, tanta belleza junta por todas partes, allá por donde mire, esa es la razón por la que no quiero marchar. La civilización, la gente es estúpida, es fea. La gente me hace enfadar.
La Luna me hace sonreír, me hace disfutar.
La gente grita, insulta, pega, manda sin sentido, roba a los pobres, miente a los seres queridos y, sin razón alguna, mata.
Todo lo que me rodea me acepta, se adapta a mi, me respeta, me deja disfrutar, me da más que me quita, es sincera conmigo y si muero es por un animal que necesita comer, no tengo miedo aquí a la naturaleza, tengo miedo a la gente.
La gente piensa, piensa mal, no sabe pensar, la gente está loca. Tiene un comportamiento estúpido, no busca la supervivencia, busca el sufrimiento ajeno y la propia satisfacción. Mientras yo miro a la Luna fascinado, ahora están muriendo miles de personas por egoísmo, muere gente de hambre, o por guerras. Mueren por cosas que no tienen sentido.

Yo no quiero esa vida para mis hijos, yo quiero que piensen y que vivan.

La gente está hecha para matar y morir, para destruir. Aunque eso podría cambiarse si cada uno de nosotros fuese a su casa o al lugar donde viven y echase una mirada al cielo.

La Luna y la naturaleza me da lo que quiero que me de. Las personas me lo quitan.
La Luna y la naturaleza me da esperanzas y alegría. La gente me deprime y me desilusiona.
No soy sociópata, sólo miro, oigo, leo, pienso, comparo y opino.

8.11.09

El cielo no existe, yo estoy mirando al cielo y no lo veo por ninguna parte.

Miro al cielo y no veo nada, sólo cielo, sólo agua y rayos de luz. El Sol se esconde tras una montaña que tampoco veo, pues estoy mirando al cielo, no a la montaña. No sé a cuantos metros sobre el nivel del mar estaré, pero me siento como si pudiese alzar la mano y tocar el cielo...el problema es que no puedo alzar la mano, el cielo ya lo estoy tocando. Sólo de una manera podría alzar la mano para tocar con ella el cielo, pero debería dejar de tocar el campo y estoy agusto tocando la hierba, la hierba rodea mis manos, y también una hormiga que pasó de largo sobre ella, o una araña, no lo sé, yo estoy mirando al cielo, no a mi mano. En realidad tampoco sé si estoy sobre hierba, pero no me apetece comprobarlo, estoy muy agusto mirando al cielo.

Un rayo de luz se asoma desde la montaña que no veo hasta mis ojos, los cerraría, pero la luz no me impide ver el cielo. Me duelen los ojos, pero te puedo jurar que no apareció nada nuevo en mi trozo de cielo sin que yo lo viera.
Sigo viendo nada más que agua en el cielo y luz que atraviesa mis ojos cual rayo láser.
Os preguntaréis porqué es lo del agua, son microgotas que hay en el aire, si no estuvieran allí vería el cielo de un color muy distinto, o alomejor hasta estaría muerto.

El Sol sale del todo de su escondite tras la montaña. El calor aumenta y me empieza a doler la cabeza por el Sol, no traje gorra, pero a mí eso me da igual, yo estoy mirando al cielo.

Veo aparecer un pájaro y veo el pájaro, pero después vuelvo a mirar al cielo, no vaya a ser que aparezca otro pájaro y no lo vea. El viento trae una hoja hasta mi cabeza, lugar donde aterriza, la apartaría, pero estoy mirando microgotas reflejadas por rayos de luz blanca. Yo soy el primero en admitir que no puedo hacer todas las dos cosas que se puedan imaginar a hacer a la vez: no puedo mirar al cielo y mirar la hierba (o no hierba, que no estoy seguro de estar sobre hierba) que hay bajo mis manos, mis piernas y parte de mi espalda, no puedo apoyarme en la hierba (o no hierba) y quitarme una hoja de la cabeza. Me pica in mosquito (en realidad no sé si es un mosquito...o si fue una picadura, yo sólo sentí un pichazo), pero adivinad por qué me da igual.

Oigo algo a mi alrededor, pero como no está en el cielo ni sé lo que es ni me importa, yo miro al cielo.

4.11.09

Hace frío
no hay pájaros
llegó la noche.

Tengo un lápiz y un papel. No tengo dónde escribir: el papel esta lleno de rayones y garabatos. No tengo cómo escribir: el lápiz es largo, pero no tiene mina. No veo la mina, no veo el espacio libre.
Lanzo el lápiz contra la pared y aparece una marca gris. Cojo el lápiz e intento escribir, no escribe. Lanzo el lápiz contra la pared, ya son dos marcas. Vuelvo a recojer el lápiz y vuelvo a intentar escribir con él.
Demonios.
No escribe. Me pongo rojo. Cojo el lápiz y lo lanzo contra la pared, vuelvo a cojerlo y lo vuelvo a lanzar, vuelvo a cojer el lápiz y lo estrello contra la pared. Cojo el lápiz y lo pongo en la mesa, después de estrellarrlo primero contra el suelo.
Hay cinco marcas en la pared, forman el cinco perfecto de un dado. El cinco siempre fue mi número.

Cojo una goma, intento borrar aquello y no borra, así que lo lanzo contra la pared. Mi furia es tal que cojo el borrador y lo vuelvo a lanzar. Y otra vez. Otro intento. Otro lanzamiento. Así hasta cinco veces. No quedaron marcas en la pared. Intento borrar los garabatos, nada.
Cojo el papel y lo tiro al suelo, cojo la goma y la tiro al suelo, cojo el lápiz y lo tiro donde había tirado el papel y el lápiz.

A la mañana siguiente cojo el papel y veo mi firma escrita en él y veo mina en el lápiz que tiré la noche anterior. Y veo mi goma limpia. Todo ello en el suelo, como yo cuando me volvió a entrar el sueño y me acosté junto mi lápiz, mi goma, mi papel y mi firma.