23.8.12

Se gasta demasiado tiempo en la rutina y demasiado poco en vivir.
¿Cómo te sentirás cuando estés en tu lecho de muerte y recuerdes tu vida, recuerdes en qué empleaste tu vida: en cuidar tu casa, educar a tus hijos y trabajar para poder comer para tener fuerzas para volver al trabajo por un par de duros que gastarás en un piso de mierda, en un barrio de mierda, en unos hijos malcriados y en comidas que te matarán poco a poco y cada vez menos poco a poco por la cantidad de mierda que le echan?
¿Cómo te sentirás cuando mueras sabiendo que no conoces nada más que la televisión y tu puta casa ruinosa (y pequeñas esquinas que pudiste ver cuando te permitiste el lujo de viajar una semana a una ciudad de la que pudiste hablar un mes con tus compañeros de trabajo) en tu puto barrio ruinoso en una ciudad que sólo intenta llenarte de mierda y cuyo centro es demasiado bueno para ti como para poderte permitir vivir allí?
¿Cómo te sentirás sabiendo que empleaste tu vida en trabajar, aparentar y criticar en vez de en vivirla, en disfrutar, en ser libre?

Yo no acabaré como vosotros, prefiero morirme de hambre en Gales, en una prisión Rusa, bajo la nueva bota nazi de Alemania acusado de terrorista, de sed en el desierto del Sáhara o del Mojave o por caer accidentalmente por un acantilado en algún paraíso natural norteño que morirme de asco en este país de mierda.

Vivir como yo quiera, donde yo quiera, cuando yo quiera y porque yo quiero (sin olvidarme de lo demás). Me parece una bonita forma de vivir.
¿Por QUÉ lucharemos cuando ya esté TODO luchado?

20.8.12

El abismo creció.
Hoy soñé dos veces contigo.
Pero el abismo creció.
Ya no puedo verte por mucho que quiera, hace tiempo te absorbió la oscuridad del otro lado y la sombra que siempre te acechaba acabó tragándote.
Sólo me puedes ver tú ahora.
Y sólo si quieres.

2.8.12

Miedo cerval.

 Una noche oscura lejos del griterío de la ciudad, lejos de la jungla urbana.
 Camino por una senda a penas visible entre helechos y árboles que me ocultan la luna inexistente en el cielo.
 Tan sólo puedo oír mis pasos. Mis pasos tan sólo pueden escuchar mi respiración.
 El viento sacude las hojas de los árboles y se escuchan pasos que mi imaginación transforma en criaturas venidas de un portal que conduce a otro mundo, al Otro Mundo.
 El río salpica los troncos de algunos árboles y algunas rocas y acuna a las pequeñas hojas que caen como gotas de agua sobre él. Un manto negro que se arrastra hasta el mar.
 Oigo pasos delante de mi. Jamás podría verle. Mi visión está tan distorsionada que a veces da la impresión de que camino sobre un sueño, un sueño que fluye bajo mis pies y se hace duro cuando lo toco.
 Los pasos se paran.
 Oigo las hojas moverse.
 No camina.
 No corre.
 Oigo las hojas moverse...
                           ...sin pasos.
 Dejo de caminar.
 La incertidumbre y el miedo me paralizan.
 Tras unos dolorosos instantes de dolor me encuentro en el suelo, siento como si mi boca se derritiera sobre el camino de piedras. Un hombre se arrodilla, me palpa la cara.
 ''Oh, dios'' Dice. ''Oh, dios''
Algo cae seco al suelo.
Oigo unos pasos alejarse, correr.
El dolor, el frío, la sangre.
No le vi.
Jamás podría haberle visto.
No hay nada.
No lo habrá.